En pleno auge de las prácticas para mejorar el clima y la motivación de las personas en las organizaciones, no deja de sorprendernos la cantidad de profesionales que se sienten abatidos y desilusionados con sus trabajos. La mayoría son personas experimentadas, exitosas, con estupendas habilidades y promisorias carreras, pero que llegan a rastras a sus oficinas. Se obligan diariamente a levantarse cada mañana, y fingen una sonrisa cuando salen del ascensor. ¿Por qué se sienten tan desanimados? ¿Por qué no logran ser felices en el trabajo si “lo tienen todo”? ¿Cuál es la clave de la felicidad laboral?

Los daneses tienen un concepto llamado arbejdsglæde. Arbejde significa trabajo y glæde, felicidad, así que arbejdsglæde se traduce literalmente por felicidad en el trabajo. Esta palabra expresa un concepto profundamente arraigado en la cultura laboral escandinava, al cual suscriben la mayor parte de las empresas nórdicas desde hace décadas. El hecho de que sigua siendo un elemento clave para estas empresas está demostrado por el éxito que las mismas tienen en el mercado global – sólo tenemos que pensar en empresas como Nokia, Ikea, Oticon, Carlsberg, Ericsson, Lego, etc. De estos casos de éxito se pueden extraer 5 ideas muy simples que favorecen la felicidad laboral:

1. Hacer lo que nos gusta. A menos que sea ilegal o represente un riesgo para nuestra salud física o mental, deberíamos hacer lo que nos gusta. Si lo que nos gusta además agrega valor a una organización, es productivo y útil, ese debería ser nuestro trabajo. Y por favor, no me digan que no hay nada que les guste hacer. Si les resulta difícil contestar esta pregunta, piensen qué estaban haciendo cuando se sintieron realmente felices en su vida laboral.

2. Dedicarnos a lo que somos buenos. ¿Alguna vez se preguntaron qué es lo que hacen realmente bien? Es sorprendente la cantidad de personas que pasan años intentando ser buenos en algo para lo que son malos, en vez de mejorar aquello en lo que son buenos. Podrían preguntarse también en qué cosas no pueden mejorar sin importar el esfuerzo que hagan. La respuesta les indicará en qué cosas no deben perder más tiempo (en mi caso, jugar al tenis).

3. Divertirnos trabajando. Esto parece toda una contradicción. Después de todo, nos pagan por trabajar, no por divertirnos. Sin embargo, ya no quedan dudas que las personas se desempeñan mejor cuando se divierten. El objetivo debería ser lo que Mihaly Csikszentmihalyi llama “el flujo”, el estado en el que una persona está tan cautivada con lo que hace que pierde la autoconciencia. Podemos trabajar duro, pero también podemos disfrutarlo.

4. Aceptar que el “dinero no hace a la felicidad”.  Un salario más alto no nos hará más feliz en el trabajo. Dejemos de mentirnos a nosotros mismos. Tampoco el poder, los símbolos de status, una gran oficina o un gran paquete de beneficios. No hay nada de malo con querer ganar más, sólo que no podemos esperar que esto nos haga feliz en el trabajo. El dinero jamás podrá compensar un trabajo malo o uno en el que nos sentimos infelices.

5. Amar lo que hacemos. Incluso cuando estemos convencidos de que no es el trabajo que desearíamos, siempre tenemos la oportunidad de identificar y/o abrir espacios apasionantes en un trabajo. La pasión puede despertarse al relacionarnos con personas que nos inspiran, al aprender cosas nuevas, al desarrollar habilidades que nos servirán para otros trabajos, o bien al proponer cosas para mejorar o cambiar lo que no nos gusta tanto.

Pasamos demasiado tiempo en el trabajo como para no estar feliz en él. Probablemente estaremos más horas en el trabajo que con nuestras familias, nuestros hobbies y nuestros amigos todos combinados. Debemos entonces procurar que esas horas sean divertidas y placenteras, que contribuyan a algo importante. Podemos limitarnos a subsistir en un trabajo que odiamos mientras soñamos con las próximas vacaciones o emprender el difícil camino de buscar la felicidad en lo que hacemos. Depende exclusivamente de nosotros.

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